La [no tan] oscura Edad Media

Yeye Balám
5 min readFeb 17, 2021

Los años limítrofes

La Edad Media, ese periodo histórico de la «civilización occidental» de unos mil años de duración que, canónicamente, se ubica entre la caída del Imperio Romano de Occidente (476) y la caída del Imperio Romano de Oriente (1453), se trata de una época de la humanidad con cierta mala fama que quizás no merezca.

Ya los años limítrofes, por muy canónicas que sean, implican desacuerdo entre la comunidad científica. Hay quienes marcan como inicio de la Edad Media el 622, con la migración de Mahoma de La Meca a Yatrib (año que marca el inicio del calendario islámico) a razón de que con ello comenzaría la expansión musulmana, suceso fundamental para el devenir histórico de occidente. Pero también puede indicarse el año 800, con la coronación de Carlomago como Imperator Romanum, cuyo imperio carolingio consolidaría las estructuras feudales características de la Edad Media.

Lo mismo puede decirse del final. De hecho, es más canónico el año 1492 que el 1453, a razón del fin de la llamada «Reconquista» y el descubrimiento de América. Pero como americanos vamos a tomar partido y a rechazar el haber sido «descubiertos». Huelga también decir que resulta extraño que se hable de «civilización occidental» y una de las marcas finales sea un suceso en Oriente, o un suceso producto de buscar una ruta marítima a más Oriente.

En todo caso, lo cierto es que dar un par de fechas a rajatabla para enmarcar el periodo medieval oculta ciertos matices necesarios para considerar dicho periodo, pues el desarrollo de las características medievales fue un proceso mucho más largo y complejo que lo que dos fechas cerradas puedan inducir en una primer idea.

El desprestigio renacentista e ilustrado

Si bien es cierto que uno podría verse tentado a catalogar a la Edad Media como una «Edad Oscura» por eventos como el linchamiento de Hipatia de Alejandría por parte de una turba cristiana (en el 416, 60 años antes de la caída de Roma), lo cierto es que esta suerte de sesgos llegaron a nuestra época como herencia del desprestigio que le confirieron los humanistas renacentistas, algunos filósofos de la Ilustración y también por las críticas a la escolástica de la época.

Voltaire diría en el capítulo XII de su conocido Essai sur les moeurs et l’esprit des nations (1756):

«Cuando uno deja la historia del Imperio romano para adentrarse en la de los pueblos que le sucedieron en Occidente, se asemeja a un viajero que, saliendo de una ciudad espléndida, se adentrase en un paraje desértico e inhóspito. Veinte jergas bárbaras suceden a la hermosa lengua latina que se hablaba desde los confines de Iliria al monte Atlas. En lugar de las sabias leyes que gobernaban la mitad de nuestro hemisferio no se encuentran más que costumbres salvajes […] El entendimiento humano se encuentra sumido en las supersticiones más despreciables e insensatas. Hasta tal punto esto es así que los monjes se constituyen en señores y príncipes, tienen esclavos y estos esclavos se resignan a su suerte. Europa entera se debate en este envilecimiento hasta el siglo XVI y no logra superarlo más que merced a terribles convulsiones».

Pero cabe preguntarse ¿cómo es posible que de una época tan oscura emergieran maravillas como la arquitectura gótica o las universidades?

Más que feudo

La Edad Media, considerada como un todo en sí misma, no habrá sido la época más ilustre, pero periodizada se revela como otra época con sus ires y venires. No hemos de olvidar que la tan elogiada antigüedad greco-latina fue también la época de la esclavitud (no porque en la Edad Media no hubiera esclavitud, miseria que ha llegado hasta nuestros días, sino porque la esclavitud conformaba una parte fundamental de la vida cotidiana de los ciudadanos greco-latinos), y no fue menos belicosa que las edades que le sucedieron. Así como tampoco la modernidad significó el fin del oscurantismo, que tal como la miseria de la esclavitud, también la trascendió para llegar a nuestros días. Y aquí entiendo por «oscurantismo» la negación de la razón, el fanatismo religioso, la persecución de la diferencia, etc.

Si el criterio de «lo medieval» fuese ese «oscurantismo» entonces podríamos afirmar sin reparo que la Edad Media no ha acabado, ni aquí ni en el primer mundo, pero está claro que ese no es el criterio (independientemente de cual sea el o los criterios correctos).

Hay que considerar que la Edad Media gestó tanto burgos como escolástica, y no estuvo exenta de avances en arquitectura, metalurgia, náutica, administración, matemáticas, contabilidad, astronomía, etc. Es decir, el periodo medieval no estuvo exento de avances en las técnicas y el conocimiento humano, y no merece el desdén que se le ha atribuido.

La filosofía medieval

Es en filosofía donde quizá pudiéramos presentar mayor queja respecto a la Edad Media, en especial porque en Occidente, muy a pesar de la patrística (que fue más bien neoplatónica), se impuso el sistema aristotélico y se concibió poco más que comentarios sobre dicho sistema. Pero resultaría absurdo considerar la importancia e impacto histórico de la expansión musulmana en el devenir medieval, así como marcar el fin de la Edad Media con la caída del Imperio Romano de Oriente y no considerar la filosofía de oriente, de donde finalmente migraron multitud de eruditos hacia occidente.

Quizás hoy la gran injusticia no está en que por «filosofía medieval» entendamos «filosofía cristiana (católica)» en sus dos grandes periodos históricos (patrística y escolástica), sino en la ausencia de estudio sobre los eruditos bizantinos y musulmanes. Al fin de cuentas, si tras las catástrofes en Constantinopla hubo eruditos que migraron a occidente sería porque durante esos mil años medievales se conservó el estudio de la filosofía (no solo cristiana) en ese Imperio Romano, que perduró toda una edad tras la caída de su contraparte occidental.

Y es que resulta curioso como Copleston o Abbagnano al presentar La filosofía medieval exponen lo distinto a lo católico como herejía, y me pregunto yo (con el pecado de no haber terminado sus libros todavía, valga aclarar) ¿por qué habrían de ser herejía las consideraciones ortodoxas? Ya se ve cierto sesgo contra el arrianismo y el gnosticismo, y por otra parte Agustín de Hipona y Tomás de Aquino son estudiados y tratados separadamente. ¿No hubo en el Imperio Romano de Oriente algún homólogo a Tomás de Aquino? Supongo que sí, y esto justifica pasar del desprecio por la Edad Media y tratar de estudiarla más a fondo, y más allá de los feudos occidentales.

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Yeye Balám

Estudiante de filosofía y por ratos carpintero, informático y poco más.